La paradoja del nearshoring: inversión extranjera, pero escasez de infraestructura – La mirada de Fernando Boudourian

Tendencias de nearshoring en América Latina mostrando fábricas y carreteras en construcción, simbolizando inversión extranjera y desafíos de infraestructura.

Este modelo gana gran terreno en la economía mundial pero su óptimo desarrollo se ve atravesado de diversas problemáticas. 

A medida que las tensiones geopolíticas crecen,  los cuellos de botella en las cadenas de suministro globales reconfiguran el mapa del comercio internacional y es el fenómeno del nearshoring que toma gran relevancia como una de las estrategias más importantes para las empresas multinacionales. 

Esta práctica se realiza para trasladar operaciones productivas a países geográficamente cercanos a los mercados de consumo. De esta forma, potencia  economías emergentes como México, Colombia, Costa Rica y República Dominicana a una nueva dimensión como destinos preferenciales de inversión extranjera directa (IED).

Sin embargo, esta práctica pone en evidencia un problema, ya que  el impulso del capital no contó con una evolución paralela de la infraestructura logística, energética y digital, teniendo un gran problema estructural, que podría minimizar las oportunidades de desarrollo sostenible.

Un auge de inversión y los problemas que surgen en un panorama beneficioso

El nearshoring ya comienza a dar sus resultados respecto a las finanzas. Según lo informado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), América Latina y el Caribe recibieron más de 208 mil millones de dólares en IED en 2023, un aumento del 55% respecto al año anterior. México es uno de los que cuenta con beneficios.

Con estas cifras se deja en evidencia que la cercanía con el mercado estadounidense, con mano de obra calificada pero competitiva, y acceso preferencial a través de tratados comerciales como el T-MEC es un beneficio.

Las empresas buscan reducir riesgos derivados de conflictos como el enfrentamiento entre EE.UU. y China, además de ganar agilidad en la distribución de productos. El nearshoring no es una moda, sino una reconfiguración estructural de la globalización.

Pero el gran crecimiento de la demanda pone en evidencia las debilidades que existen en la infraestructura regional. La capacidad portuaria, la conectividad ferroviaria, las redes carreteras, la provisión de energía y la cobertura de servicios digitales muestran cuellos de botella que impactan en la  competitividad de estos nuevos polos industriales.

En México, por ejemplo, las zonas del norte del país como Nuevo León, Chihuahua o Coahuila tienen problemas para cubrir la demanda energética de nuevas fábricas, en especial con las energías limpias. Esto  impide llevar a cabo proyectos de transmisión eléctrica, lo que se traduce a que empresas con planes de expansión enfrenten incertidumbre sobre su viabilidad operativa. 

Por esto, queda en evidencia que uno de los grandes obstáculos es la falta de una visión de largo plazo coordinada entre sector público y privado. Muchos países recibieron la IED como una oportunidad espontánea, más que como una estrategia que necesite planificación territorial, incentivos fiscales bien dirigidos y marcos regulatorios flexibles.

Pero también, más allá de la infraestructura física, la disponibilidad de personal especializado es otro desafío. A pesar del crecimiento de la demanda de ingenieros, técnicos en robótica y especialistas en cadenas de suministro, muchos sistemas educativos no están actualizados para la formación de perfiles adecuados.

La necesidad de integrar criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) en los procesos productivos también es una problemática en este sentido, ya que se suma a estos dos desafíos que resolver. 

No obstante, el potencial del nearshoring es real y puede representar una oportunidad para las economías latinoamericanas de poder reposicionarse en las cadenas globales. Pero la falta de infraestructura pone en riesgo la reputación de la región como destino confiable para el reordenamiento industrial global.

En este sentido, el especialista financiero Fernando Boudouria indica que los mercados emergentes son lugares que tienen grandes oportunidades, pero también desafíos. 

Por ello, se deberá buscar una coordinación entre gobiernos, iniciativa privada y organismos multilaterales para diseñar una estrategia de inversión en infraestructura, educación técnica y sostenibilidad. 

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