Este fenómeno que coloca una nueva forma de actuar de la inflación genera gran preocupación ante un posible impacto global.

En un panorama global en el que la volatilidad económica es protagonista, un concepto vuelve a aparecer con gran impulso. La estanflación regresa con fuerza, en referencia a la combinación de un crecimiento económico lento con una inflación elevada y un alto número de desempleo.
Este escenario obliga a tomar medidas monetarias, tanto para los inversores como para las empresas, al tener que enfrentar un importante desafío de minimizar el impacto económico negativo.
La estanflación, el fenómeno que renació en un nuevo escenario
La estanflación es un fenómeno económico que tuvo un auge en la década de los 70, cuando una combinación de crisis petroleras y políticas monetarias insuficientes derivó a un escenario de alta inflación y estancamiento económico, durante un largo periodo. De allí una toma de medidas para sobrellevar la economía.
Uno de los aspectos más notables de la estanflación es el aumento sostenido de los precios de bienes y servicios, lo que afecta al poder adquisitivo de las personas. Asimismo, esta inflación no surge de una demanda excesiva, sino por el impacto de la oferta, como aumentos abruptos en los costos de energía o materias primas.
Al mismo tiempo, el crecimiento económico se desacelera, reflejado en una caída del Producto Interno Bruto (PIB) ,lo que provoca un aumento del desempleo, ya que las empresas buscan reducir costos en un entorno de menores ingresos y alta incertidumbre.
En la actualidad, este fenómeno se repite impulsado por factores como interrupciones en las cadenas de suministro globales, altos costos energéticos, conflictos geopolíticos prolongados y una inflación constante y elevada. De aquí el temor de que el crecimiento económico podría estancarse, mientras los precios suben.
En este sentido, la alerta se enciende al contar con una constante inflación, que se creyó que iba a disminuir luego del paso de la pandemia del coronavirus, pero no fue transitoria como se estipula y es resistente. Sumándose al crecimiento del PIB en economías avanzadas, mostrando signos de desaceleración, con tasas de interés elevadas que limitan la inversión y el consumo.
Por ello se han estipulado una serie de estrategias para individuos, empresas e inversores para afrontar una estanflación, y poder equilibrar riesgos y oportunidades. Entre las herramientas se identifican la diversificación de inversiones, instrumentos financieros indexados a la inflación, gestión de endeudamiento como refinanciamiento, mantener una flexibilidad operativa y la ejecución de políticas gubernamentales y coordinación global.
En todo caso, es un escenario complejo del que se pueden derribar los obstáculos manteniendo un enfoque proactivo y bien informado. Los inversores y responsables de políticas deben estar atentos a las señales tempranas y actuar con determinación para mitigar sus impactos.
Es importante tener en cuenta el aprendizaje de experiencias pasadas, combinado con la capacidad de adaptación a nuevas circunstancias, siendo importante para navegar con éxito por un futuro incierto. La planificación financiera, la diversificación, una visión a largo plazo y estimular el crecimiento económico con políticas expansivas podría exacerbar la inflación serán herramientas fundamentales.
