El desarrollo industrial y la evolución de la economía internacional

La evolución estructural que ha modificado profundamente la influencia británica y americana en las relaciones económicas internacionales se refleja igualmente en la evolución del comercio mundial y en los movimientos internacionales de capitales.

La transformación de las corrientes de intercambio

A finales del siglo xix, las exportaciones europeas representan del 55 al 60% de las exportaciones mundiales. Este porcentaje bajó al 45%entre 1920 y 1930 y pasó por un mínimo del 35% hacia 1950. Luego ascendió hasta alcanzar el 46% en 1961. Las cifras del cuadro IV confirman este retroceso de Europa en la economía internacional entre 1913 y 1938.

La industrialización no sólo modificó las dimensiones económicas de los países, sino también el contenido de sus producciones. La aparición de nuevos productos y la evolución de las estructuras internas son dos factores que gobiernan el reparto de las exportaciones por grupos de productos. Los países exportadores se han visto favorecidos o no por esta evolución, según la estructura de su aparato productivo. Italia, Suiza y Francia eran los peor colocados, ya que el 80% de sus exportaciones comprendía productos en declive. Este porcentaje era del 62% para el Reino Unido y Bélgica y del 45% para Suecia y Alemania. 

De 1842 a 1873, el volumen de las exportaciones inglesas aumentó en un 355%, o sea en un 11% anual. Esta tasa cayó al 2,5% anual entre 1873 y 1898 (período de baja Kondratieff) para llegar al 5% entre 1898 y 1913.En lo sucesivo, el crecimiento de la producción es a menudo más rápido que el crecimiento del comercio exterior. Entre 1815 y 1914, el volumen de las importaciones británicas se multiplicó por 20, mientras que su renta nacional sólo se multiplicaba por 10. Antes de la primera guerra mundial entraba en los intercambios internacionales una sexta parte de la producción mundial. 

La evolución de las inversiones internacionales

Las regiones productoras de materias primas se beneficiaban de una demanda creciente por parte de los países industriales y de las entradas de capitales procedentes de estos países que permitían desarrollar la producción de los productos de base y las industrias nacientes. No todos los países se aprovecharon en el mismo grado de los beneficios de las inversiones internacionales, puesto que la exportación de materias primas. El desarrollo de la producción y de los intercambios en el siglo xix se apoyaba en la complementariedad económica entre algunos países industriales y los países productores de materias primas y también en las inversiones internacionales.

Gran Bretaña invierte regularmente una proporción importante de sus capitales en los países nuevos, de los cuales un elevado número formaba parte del Imperio británico: Canadá, África del Sur, Australia, Nueva Zelanda. En 1913, el 45% del capital británico invertido en el extranjero se hallaba en estos países nuevos.

Hacia 1870-1875, Gran Bretaña era el primer país acreedor del mundo, con un capital de unos 6.000 millones de dólares invertido en el extranjero. A la víspera de la primera guerra mundial esta cifra supera los 18.000 millones de dólares. El total de los capitales invertidos en el extranjero era del orden de los 44.000 millones de dólares. Francia ocupaba el segundo lugar de los países acreedores y Estados Unidos, a pesar de sus 3.500 millones de dólares invertidos en el exterior, era un país deudor, puesto que el capital extranjero recibido era de 7.200 millones de dólares.

Entre 1914 y 1919, Francia, Inglaterra y Alemania recaudaron 12.000 millones de dólares. La guerra llevó a una redistribución del capital real junto a una baja de su valor real. Entre 1919 y la crisis mundial, los Estados Unidos van a aumentar hasta más de 17.000 millones de dólares los capitales invertidos fue particularmente racional. Veremos al estudiar el gold exchange standard cómo los prestamistas americanos inundaron el mundo y Europa de capitales cuya seguridad y rentabilidad no estaban siempre asegurados. Era normal y deseable que los Estados Unidos prestaran al resto del mundo capitales que sirvieron en gran parte para financiar las exportaciones americanas. Del mismo modo, en el siglo xix, los capitales británicos financian una parte de las exportaciones del Reino Unido. Pero los Estados Unidos a menudo forzaron la mano a los prestatarios particularmente a Alemania con el fin “de invertir” aún más en el exterior. 

La nueva economía dominante del siglo xx tenía que actuar en un marco distinto del marco del siglo xix, pero la técnica americana de préstamos exteriores podía constituir un nuevo factor de inestabilidad. Esta profunda transformación de las estructuras de la economía internacional, preparada por el desarrollo industrial del siglo xix y acelerada por la primera guerra mundial, debía ayudarnos a comprender la historia de las fluctuaciones económicas del período 1919-1939 y, más particularmente, la gran depresión de los años treinta.

La debilitación de la demanda de bienes de consumo duradero, desde el momento en que las existencias de las familias fueron reconstituidas, fue, sin duda alguna, uno de los factores de la depresión de los años veinte. Finalmente, la normalización de los intercambios internacionales y el aprovisionamiento de materias primas resultantes, al mismo tiempo que la desaparición de operaciones excepcionales fueron otros tantos factores que frenaron la actividad económica. La crisis de 1920 sería el prototipo mismo de la crisis de reconversión de una economía de guerra en economía de paz.

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