Además de tratarse de un factor fundamental para el presente de las economías de los países, conseguir sostenibilidad fiscal indica cómo se preparan para un futuro próspero. Un punteo de su importancia.
En un panorama global de inestabilidad económica, diversas áreas financieras ocupan la lista de preocupaciones de autoridades, gubernamentales y empresariales. Una de ellas es la sostenibilidad fiscal, que implica la idoneidad de los gobiernos para aplicar políticas fiscales, evitando crisis económicas.
Que se cumplan con las obligaciones financieras a largo plazo sin caer en situaciones de impago es uno de los objetivos de los países, ya que esto afecta tanto a los gobiernos como a los sectores privados, y por supuesto, a los ciudadanos. Un mal manejo puede reflejarse en aumentos en los impuestos, recortes en el gasto público y mayores costos de financiamiento.
El contexto global de la sostenibilidad fiscal
En los últimos años, debido a las crisis económicas y los contextos sociales, como la pandemia del coronavirus, los países aumentaron su gasto público y aumentaron sus deudas. Por ello, entidades globales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), advirtieron sobre la necesidad de tomar medidas para que economías nacionales busquen equilibrar sus cuentas implicando políticas fiscales para evitar, por ejemplo, crisis causadas por inflación.
En esta línea, se destacan diversos factores que influyen en un país para alcanzar una sostenibilidad fiscal. El crecimiento económico es fundamental en este sentido, ya que lográndolo el gobierno genera ingresos con los impuestos, y no debe aumentar las tasas impositivas.
Por el contrario, si una economía está estancada o en recesión, los ingresos fiscales suelen disminuir, lo que se traduce en una toma de medidas de endeudamiento. Esta cuestión es crucial, debido a que ante este escenario se podría destinar parte del presupuesto a pagar intereses. Lo que se traduce en una reducción de recursos para destinar a diversas áreas como la educación o salud.
En este sentido, la sostenibilidad fiscal es sumamente importante para evitar un aumento de la inflación y, además, permite que los gobiernos tengan margen para accionar ante crisis económicas, por ejemplo. Al tener finanzas públicas sólidas, puede poner en marcha políticas para amortiguar este tipo de eventos que ponen en riesgo su estabilidad fiscal.
Entonces, no habla de un objetivo para los gobiernos sino es una necesidad para hallar una estabilidad económica a largo plazo siendo que se debe encontrar un equilibrio entre el gasto público necesario para lograr el crecimiento y la inversión, y garantizar la solvencia y la confianza en sus economías.
Por ello, conseguirlo podría significar para los países tener un panorama económico sostenible, el bienestar de las generaciones futuras y la capacidad de enfrentar las incertidumbres económicas que podrían presentarse.