La carrera por el Ártico: geopolítica de recursos y finanzas de exploración – por F. Boudourian

Imagen satelital del Ártico con rutas marítimas abiertas por el deshielo, rompehielos en operación y plataformas petroleras en aguas congeladas.

El Ártico se convirtió en el foco de interés de potencias mundiales. Un punteo sobre las acciones que se están realizando en el territorio. 

Mientras el deshielo del Ártico reconfigura el mapa físico del hemisferio norte, también está impactando en el escenario geopolítico y financiero a nivel mundial. Lo que antes era una frontera inhóspita, inaccesible y alejada del interés económico, ahora es un territorio estratégico y foco de ambiciones de potencias globales, corporaciones energéticas y mercados financieros.

La región ártica, que contiene al menos el 13% del petróleo no descubierto del mundo y el 30% de su gas natural no explorado, se coloca  como una de las últimas fronteras de recursos energéticos convencionales.

El deshielo, exploración y financiamiento 

Con el retroceso de la capa de hielo marino, rutas marítimas antes intransitables se están volviendo viables durante períodos cada vez más largos y esto no solo reduce los costos logísticos del comercio intercontinental, sino que también da una oportunidad para ejercer control territorial y económico sobre vastas zonas ricas en recursos.

Rusia lanzó una estrategia  de militarización e inversión en infraestructura ártica. Con más de 40 rompehielos operativos  para explorar yacimientos en la plataforma continental del Ártico ruso.

También, Estados Unidos comenzó a reevaluar su estrategia para la región, a  través de la Armada y la Guardia Costera, y con una legislación para incentivar la inversión privada, buscando reforzar su presencia, sobre todo en Alaska y el Mar de Beaufort. Canadá y Noruega. Y tienen un enfoque multilateral a través del Consejo Ártico. 

Por su parte, China tiene la estructura llamada “Ruta de la Seda Polar”, con la que financia  proyectos logísticos e infraestructurales en el Ártico, que incluye inversiones en puertos, astilleros y estaciones de investigación. No solo busca acceso a recursos, sino también ampliar su influencia en una región. 

En este sentido, el especialista financiero Fernando Boudourian indica que “no hay inversión sin riesgo, pero sí formas de mitigarlo”.  

El interés está en la extracción de recursos en el Ártico, y esto representa uno de los desafíos más complicados y costosos en términos financieros y tecnológicos. Los costos para operaciones de exploración pueden superar los 5.000 millones de dólares por proyecto, debido a las condiciones climáticas, la falta de infraestructura y la necesidad de tecnologías especializadas para perforar. 

A nivel financiero, los proyectos árticos también necesitan estructuras complejas de financiamiento, que incluyen desde alianzas público-privadas y joint ventures internacionales hasta la emisión de bonos de propósito específico (SPV) y derivados financieros para cobertura de riesgo climático.

En este sentido, bancos como Norges Bank Investment Management o el Fondo Ruso de Inversión Directa, tienen un papel clave con  esquemas de financiamiento, ya que evalúan el retorno económico, el impacto reputacional y las implicancias regulatorias.

Queda en evidencia que hay una “carrera por el Ártico”, con una apuesta visionaria por recursos estratégicos. La evolución del cambio climático, los avances tecnológicos en energías renovables, la estabilidad política en la región, y las decisiones regulatorias de los organismos multilaterales, colocan al territorio como foco de interés de diversos países. 

Actualmente,  el Ártico se convirtió en un terreno donde se funden las ambiciones energéticas, los intereses financieros y la diplomacia estratégica del siglo XXI.

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