El nuevo panorama mundial pone en eje de discusión el nuevo rol que deben tomar los bancos centrales mundiales.
El nuevo escenario macroeconómico propone un nuevo desafío ante los modelos tradicionales, debido a que las principales economías desarrolladas tienen una situación presuntamente contradictoria con mercados laborales resilientes y un crecimiento económico se mantiene débil. Esto impacta a los bancos centrales.
Esta nueva dinámica, que deja en evidencia que se puede romper con la relación tradicional entre empleo y expansión del PIB, es un nuevo panorama para los bancos centrales que deben buscar equilibrar sus políticas monetarias en un entorno de señales mixtas, cuyas decisiones generan una gran incertidumbre debido al impacto que tendrán.
Empleo sólido, PIB débil y el cambio de paradigma estructural para los bancos centrales
El vínculo entre crecimiento económico y empleo fue un pilar de la teoría macroeconómica, que indica que una economía en crecimiento genera más empleo, y una economía en contracción impacta negativamente en los puestos de trabajo.
Ahora, este principio se ve atravesado por las nuevas transformaciones estructurales como son la digitalización, el cambio demográfico y la reconfiguración de los patrones de consumo, lo que requiere un cambio de estructuras para brindar las respuestas esperadas y adecuadas.
Además, a este modelo se le suma la reducción de la población en edad laboral en muchas economías avanzadas y la baja participación laboral en ciertos sectores. También, la transición hacia modelos de empleo más flexibles y terciarizados modifica la sensibilidad del mercado laboral frente al ciclo económico.
Este nuevo escenario posiciona a los bancos centrales en un lugar complejo al tener que responder a una economía que tiene solidez en el sector de empleos, pero muestra señales de enfriamiento de la demanda agregada, la inversión y la producción. Por lo tanto tiene un desafío al equilibrar sus respuestas.
Por ejemplo, en Estados Unidos la tasa de desempleo se mantuvo por debajo del 4% durante más de un año, mientras que el crecimiento del PIB se modera. En Europa, sucede algo similar ya que Alemania, Francia e Italia registran tasas de empleo estables o en mejora, con una desaceleración industrial y una actividad económica que puede llevar a la recesión técnica.
Pero es la Reserva Federal, la que se enfrenta a un desafío más que preocupante debido a que el banco central estadounidense mantuvo tasas en niveles altos para contener presiones inflacionarias pero el dinamismo del empleo generó dudas sobre si existe margen para una relajación monetaria.
Al mismo tiempo, los datos de consumo y manufactura apuntan a una economía que podría estar frente a un escenario de desaceleración, lo que genera una nueva preocupación a nivel global.
En Europa, el Banco Central Europeo tiene un panorama similar con la inflación que retrocedió de forma significativa, acercándose al objetivo del 2%, pero tiene una actividad económica débil. Sin embargo, los niveles de desempleo siguen bajos, lo que llevó al BCE a mantener una postura cautelosa.
Por este presente económico mundial, a mayor preocupación es que una interpretación errónea del mercado laboral pueda llevar a los bancos centrales a mantener condiciones monetarias restrictivas por un largo periodo, lo que podría acrecentar la desaceleración y terminar impactando al índice de empleo.
El dilema es aún más complicado, incide respecto a la política monetaria que se toma y que impacta en la economía real ya que las decisiones tomadas hoy podrían tener efectos dentro de 12 o 18 meses, lo que obliga genera gran incertidumbre.
Lo cierto es que frente a esta nueva realidad, muchos economistas indican que lo ideal es un rediseño de los modelos de monitoreo económico y proponen incorporar indicadores alternativos al PIB y al desempleo tradicional, como la evolución de la productividad, los márgenes empresariales, la duración de los contratos laborales o la tasa de rotación del empleo, entre otros.
Asimismo, el debate apunta a que mandatos darán los bancos centrales, ya que por ejemplo la Reserva Federal debe equilibrar el control de la inflación con el pleno empleo, esta situación tensiona los fundamentos del mandato.
Y en Europa, donde el BCE tiene un mandato más estrecho centrado en la estabilidad de precios, la discusión gira sobre la necesidad de una política fiscal activa que sea un complemento entre el accionar monetario en contextos de bajo crecimiento estructural.
El especialista financiero Fernando Boudourian pone en relevancia la gran importancia del análisis de tendencias económicas para la toma de decisiones estratégicas.
Por eso, la resiliencia del empleo en un escenario de crecimiento débil desafía las convenciones macroeconómicas y complica la toma de decisiones de los bancos centrales, lo que se ve como un nuevo paradigma económico, en el cual los indicadores tradicionales deben reinterpretarse en una economía mundial más fragmentada, digitalizada y demográficamente tensionada.
