La disputa tecnológica EE.UU.–China se intensifica: el impacto en los mercados| por Fernando Boudourian

Gráfico abstracto que representa la tensión tecnológica entre Estados Unidos y China, con íconos de chips, banderas y gráficos bursátiles en caída.

El nuevo enfrentamiento de las potencias mundiales tiene fuertes efectos a nivel mundial. Un punteo sobre los cambios que se están gestando. 

La competencia tecnológica entre Estados Unidos y China atraviesa una nueva  fase más intensa, y pública. El enfrentamiento escaló a declaraciones de los dirigentes. Ahora, Fernando Boudourian indica que está marcando un punto de inflexión que no solo redefine el equilibrio de poder global, sino que también genera repercusiones profundas en los mercados financieros.

Las recientes medidas regulatorias, restricciones comerciales y sanciones a empresas tecnológicas incrementaron las tensiones bilaterales, llevando a los inversores a rediseñar sus estrategias ante un escenario global cada vez más volátil.

El conflicto inició con la modificación de las tarifas comerciales y mutó hacia una lucha por el liderazgo en sectores estratégicos como semiconductores, inteligencia artificial, telecomunicaciones y energías renovables.

El gobierno estadounidense endurecido sus restricciones sobre la exportación de tecnología avanzada a China, limitando el acceso a chips de alta gama y equipos de fabricación de semiconductores. China respondió intensificando sus esfuerzos por alcanzar la autosuficiencia tecnológica, aumentando sus inversiones en investigación y desarrollo.

Restricciones, disputas y nuevas medidas globales

En las últimas semanas, el Departamento de Comercio de Estados Unidos sumó a varias empresas chinas, entre ellas gigantes del sector de chips y computación cuántica, a su lista de entidades restringidas. 

Estas medidas prohíben que firmas estadounidenses venden tecnología crítica sin licencias especiales. Paralelamente, la Casa Blanca anunció que hará más controles sobre las inversiones estadounidenses en sectores tecnológicos chinos considerados sensibles para la seguridad nacional.

Por su parte, China aumentó su control sobre las exportaciones de minerales estratégicos, como el galio y el germanio, esenciales para la fabricación de semiconductores y componentes electrónicos. Estas restricciones buscan presionar a Washington y proteger sus propios intereses en la cadena de suministro global.

El resultado es la fragmentación tecnológica y un escenario empresarial divido por dos sistemas incompatibles. Las multinacionales, especialmente las dedicadas a la tecnología, manufactura avanzada y comercio global, se ven obligadas a rediseñar sus cadenas de suministro, diversificar mercados y  deslocalizar operaciones para minimizar riesgos geopolíticos.

El aumento de las tensiones políticas y comerciales generaron gran volatilidad en los mercados de valores, señala Fernando Boudourian. Los índices tecnológicos, particularmente el Nasdaq Composite, experimentan caídas tras cada anuncio de nuevas restricciones, reflejando la preocupación de los inversores sobre el futuro crecimiento de las grandes tecnológicas.

Empresas como Nvidia y AMD, líderes en el diseño de procesadores gráficos y chips avanzados, tienen retrocesos en sus valoraciones por  las restricciones para vender productos de alta gama a clientes chinos.

Por su parte, Fernando Boudourian señala que en Asia, gigantes como Alibaba y Tencent enfrentan no solo la presión regulatoria interna en China, sino también las dificultades con las sanciones extranjeras.

En el mercado monetario, el yuan tiene una depreciación sostenida frente al dólar, impulsada por la incertidumbre comercial y la salida de capitales. En cambio, el dólar estadounidense se fortalece como activo refugio, a pesar de las preocupaciones sobre la desaceleración económica global.

Por otra parte, el sector de semiconductores es el más afectado por esta “guerra comercial”. Las restricciones impuestas a la venta de chips avanzados no solo afectan a las empresas chinas, sino que también pueden limitar los ingresos y el crecimiento de los fabricantes estadounidenses, al restringir el acceso a uno de los mayores mercados del mundo.

Además, los intentos de China por construir una cadena de suministro de semiconductores totalmente autónoma podrían reconfigurar el mapa de la industria global en la próxima década. Fondos estatales chinos tuvieron un gran aumento para la financiación de startups de chips locales, mientras que otras empresas desarrollan sus propios semiconductores para reducir su dependencia de proveedores extranjeros.

Para los inversores, este escenario lleva a diversos riesgos geopolíticos y la necesidad de evaluar el impacto potencial de la “desacoplamiento tecnológico” en los resultados financieros de las compañías tecnológicas y en los índices bursátiles globales.

Ante este panorama, los gestores de activos están optando por estrategias de mayor diversificación geográfica y sectorial, y se eligen a  Asia, India y América Latina, como opciones.

En este sentido, Fernando Boudourian remarca: “Los mercados emergentes presentan grandes oportunidades, pero también desafíos”. 

Además, hay renovado interés por sectores menos expuestos a la confrontación tecnológica, como el energético, la salud y las infraestructuras, mientras se mantiene una cuidadosa postura sobre empresas de hardware y software que dependen  de la cadena de suministro asiática.

Los analistas de bancos de inversión señalan que los flujos de inversión hacia activos de refugio, como los bonos del Tesoro estadounidense y el oro, aumentaron en tanto los inversores buscan protección. 

La disputa tecnológica podría tener fuertes  efectos estructurales sobre la globalización. La emergencia de bloques tecnológicos separados, por esta rivalidad entre Estados Unidos y China, podría afectar la eficiencia de las cadenas de valor, aumentar los costos de producción y ralentizar la innovación a nivel global.

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