El desarrollo de los medios de transporte

En el terreno de las vías de comunicación, Inglaterra, en el siglo XVIII, se hallaba rezagada con respecto a ciertos países europeos entre los cuales hay que contar a Francia. El duque de Bridgewater, quien hizo construir entre 1759 y 1761 el primer canal-el canal de Worsley, había visitado el continente algunos años antes, y probablemente se inspiró en los trabajos ya realizados en Francia. La construcción de carreteras y canales era indispensable para el desarrollo de la población y de los intercambios. Fue en la segunda mitad del siglo XVIII cuando Inglaterra construyó sus carreteras y sus canales.

La reconstrucción sistemática de las carreteras se decidió después del levantamiento de Carlos Eduardo, vencido en Culloden en 1746. Existían en primer lugar razones de orden público para la puesta a punto de la red de carreteras que debía permitir el desplazamiento rápido de las tropas en cualquier estación. Desde 1760 a 1774 el Parlamento votó más de 450 “actas” sobre el cuidado y construcción de carreteras. El sistema ampliamente utilizado de las carreteras de peaje (turnpike roads) animó a la iniciativa privada. El primer gran constructor fue John Metcalf (1717-1810) seguido por Telford (1757-1834) y Macadam (1756-1836). Señalemos finalmente que la construcción de las nuevas carreteras se vio facilitada por la redistribución de tierras prevista en las enclosures acts. Se podía disponer fácilmente del terreno necesario para el paso de la carretera.

El aprovechamiento de las vías fluviales jugó un papel económico todavía más importante que la mejora de los puentes y caminos. El coste del transporte fluvial era menor que por carretera. Los primeros canales se construyeron pensando en el transporte del carbón para fines industriales y domésticos. El duque de Bridgewater poseía minas de carbón en Worsley, e hizo construir un canal para transportar este carbón hasta las fábricas de Manchester. Durante las primeras décadas del siglo XVIII, hubo una verdadera “fiebre de los canales”, debido esencialmente a la iniciativa privada. Como consecuencia, se redujo considerablemente el coste de transporte, con lo cual se estimularon todas las formas de actividad económica. La construcción de canales exigía unas inversiones enormes y a menudo hubo que recurrir al crédito bancario. Sin embargo, en última instancia, el desarrollo económico general permitió a los inversores obtener beneficios de su iniciativa. A fines del siglo XVIII estaban en servicio 2.500 km de canales; en 1835, 3.500 km, y en 1890, 4.000 km La construcción de las redes ferroviarias fue otra consecuencia de la revolución industrial y no pudo iniciarse antes de la puesta a punto de la máquina de vapor. En 1830 no llegaban a 100 kilómetros de vía férrea existentes en Gran Bretaña. El ferrocarril no ha formado parte de la fase “revolucionaria” en la industrialización de Inglaterra; pero no ocurrirá así en los restantes países europeos, en el Japón y en los Estados Unidos, que, al industrializarse en una época posterior, se beneficiaron de este nuevo medio de transporte heredado del desarrollo británico. En resumen, señalaremos que la puesta a punto de la red de vías de comunicación es una precondición del desarrollo industrial. 

La presión demográfica

A pesar de la inexistencia de un censo general antes de 1801, se sabe que la población británica, que se había estancado y a veces reducido a lo largo de las cuatro primeras décadas del siglo XVIII, inició un rápido crecimiento hacia 1750. Entre 1771 y 1831 la población de Inglaterra y del País de Gales se duplicó. La población de Gran Bretaña se multiplicó por cuatro entre 1800 y 1914, pasando de 10 millones a más de 40 millones de habitantes.

La tasa de crecimiento decenal fue del orden del 7% entre 1750 y 1770. Tras una ligera reducción entre 1771 y 1781, pasa al 9% durante el período 1781-1791y al 16,9% durante el período 1811-1821. Así, pues, la presión demográfica es sensible durante la revolución industrial; continuará con tasas de crecimiento demográfico decrecientes hasta principios de siglo. Surgen ahora dos preguntas a las que es difícil responder: 

1.a Cuáles fueron las causas del aumento de la población? 

2.a ¿La presión demográfica, fue una causa o una consecuencia, o bien ambas cosas a la vez, del desarrollo económico?

Las causas del crecimiento demográfico

Las causas del crecimiento de la población inglesa a partir de los años 1750 son todavía objeto de controversia. Los estudios más recientes permiten suponer que se había sobrestimado la importancia de la baja de la mortalidad y el papel del progreso de la medicina en esta disminución, al menos durante el período 1750-1800.La vacuna antivariólica de Jenner no empezó a aplicarse hasta 1796 y las consecuencias de los progresos de la medicina no. serían verdaderamente sensibles hasta las primeras décadas del siglo XIX. El crecimiento demográfico que arranca hacia mediados del siglo XVI fue el resultado de un doble movimiento: reducción de las tasas de mortalidad y aumento de las tasas de natalidad. Si hay que eliminar las razones de carácter sanitario, será a los factores de índole económica a los que deberemos pedir la explicación del fenómeno, una vez hayamos precisado la magnitud de las variaciones de estas tasas.

El cuadro siguiente resume la evolución de las tasas de natalidad y de mortalidad entre 1700 y 1830. Indica la tendencia general, pero no señala las fluctuaciones eventuales debidas, por ejemplo, a las guerras napoleónicas. Aunque la tasa de mortalidad se reduce a partir de 1750, es sólo a partir de 1780 cuando cae por debajo del 30 %y hay que esperar hasta los años 1820-1830 para registrar una baja espectacular hasta un 22%.

Durante el mismo período la tasa de natalidad aumentó, pasando del 33,9%antes de 1750 al 37,5% entre 1780 y 1800. Esta doble evolución, cuya tendencia general no ofrece ninguna duda, es una de las consecuencias de las transformaciones económicas de la época.

El aumento de la fecundidad, los matrimonios más precoces y los nacimientos ilegítimos acompañaron al desarrollo urbano y a la vida de la fábrica. Pero las tasas de natalidad y mortalidad estuvieron indudablemente influidas por la “revolución agrícola” antes de serlo por la industrialización. El aumento de la producción alimenticia en Inglaterra a finales del siglo XVII pudo a la vez favorecer la natalidad y hacer retroceder la mortalidad. La baja de la mortalidad fue en primer lugar consecuencia de una alimentación más abundante antes de ser el resultado general del progreso de la medicina y de la higiene.

Recientemente, varios autores han puesto en claro la influencia del factor económico sobre la evolución demográfica en las sociedades no industrializadas.1° Bajo la influencia de las guerras, epidemias y hambres, las tasas de mortalidad experimentaron fluctuaciones más notables que las de natalidad. Estos sucesos catastróficos eran, a la vez, causa del crecimiento de la mortalidad y del descenso de la natalidad. Inversamente, las buenas cosechas y la paz traían consigo una recuperación de la natalidad y una baja de la mortalidad. El resultado de estos fenómenos era un menor o mayor crecimiento de la población. La demografía dependía directa o indirectamente de la situación económica del país considerado.

El caso de Irlanda confirma esta tesis: entre 1760 y 1840 la población irlandesa se duplicó, aumentando, pues, tan rápidamente, como la población de Gran Bretaña (véase Cuadro III). El desarrollo de la producción de patatas, alimento de base de las poblaciones pobres, es una de las causas principales de este crecimiento demográfico. Las malas cosechas de 1845-1846 causaron el hambre en Irlanda y, a partir de este momento, la población empezó a decrecer. La pobreza de la economía irlandesa y la emigración hacia el Reino Unido explican esta evolución. La presión demográfica, por sí sola, no basta para poner en marcha un proceso de industrialización. Un mayor número de bocas que alimentar no puede conducir a un aumento de la producción si no se dispone de las técnicas requeridas y si los recursos son insuficientes. En estas condiciones, y en ausencia de vacunas y antibióticos, el excedente de la población es automáticamente eliminado. Posteriormente, los progresos de la medicina suprimen este “mecanismo de estabilización” y provocarán la “explosión demográfica” que observamos actualmente en los países del Tercer Mundo.

Presión demográfica, factor de desarrollo

Los mecanismos económicos sólo muy raramente tienen un alcance universal. Lo que es cierto en un medio determinado no lo es en otro. La presión demográfica, que no era más que una variable dependiente antes de la revolución industrial, se ha convertido en una nueva fuerza motriz incorporada a las estructuras de la sociedad moderna. A partir del momento en que las transformaciones técnicas permitieron aumentar progresivamente el volumen de la producción, el crecimiento demográfico generó nuevas necesidades y, en consecuencia, nuevas salidas para los productores. El crecimiento de la población se convirtió en un factor esencial del progreso, tal como lo ha demostrado Alfred Sauvy en su Thériegénéraledelapopulation.11 Mientras que la población de Gran Bretaña se multiplicaba por cuatro entre 1800 y 1914, la población de Francia no aumentaba más que en un tercio. Sauvy atribuye a esta ausencia de presión demográfica el retraso que la economía francesa ha conocido hasta después de la segunda guerra mundial. Sin presión demográfica no existe un factor esencial de crecimiento de la demanda, y por ello el crecimiento industrial puede resaltar paralizado o frenado. La oferta de mano de obra es función de la población, sobre todo en una época en que se empleaban niños en las fábricas. Entre el nacimiento y el momento en que empezaban a trabajar, pasaron sólo unos pocos años. A partir del momento en que se inicia la industrialización y se llega a la fase del “despegue”, existe una interacción recíproca entre la presión demográfica y el desarrollo económico.

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