La economía como actividad y como ciencia

Actividad económica

Todo ser tiende, por naturaleza, a su propia grandeza a dejar de ser lo que es, a lo que pueda desnaturalizarlo o destruirlo.

Entre los seres, unos son inertes, sin vida, como los minerales, y otros son animados, vivos, como los vegetales, los animales y los hombres. En todos ellos existe la citada tendencia a la conservación; pero en los seres vivos esta tendencia es eminentemente dinámica y se confunde con lo que se llama el desarrollo. La conservación y el desarrollo de un ser vivo son a veces espontáneos, por la acción de las solas fuerzas de su naturaleza; otras veces son promovidos y dirigidos por la voluntad del hombre. El segundo caso puede englobarse bajo la denominación de cultura, usando esta palabra en un sentido muy genérico.

Haciendo referencia en particular al hombre, se llama cultura humana, siempre en un sentido muy amplio, a la conservación y el desarrollo intencionales de su ser, con sus potencias o facultades específicas; esa intención puede provenir del propio sujeto o de otra persona (padre, maestro, etcétera). Y como el hombre es un compuesto de materia y espíritu, su cultura es doble: física y espiritual. Debe advertirse que, en el lenguaje corriente, cuando se habla de cultura, sin más apelativo, se suele tratar de la de carácter espiritual, es decir, de la que procura el desenvolvimiento de las potencias del alma humana: inteligencia, voluntad, sentido estético. La conservación y el desarrollo no los logra el hombre como tampoco los otros seres vivos en diversas actividades para procurarselos. Tales actividades son muy variadas, pero pueden clasificarse en unos pocos grupos, que se indican seguidamente: a. En primer lugar, aquellas que directa e inmediatamente tienden a su conservación y desarrollo. Son, por lo mismo, actividades culturales (usando la palabra “cultura” en el sentido antes indicado).

De acuerdo con el doble aspecto de la cultura humana, tales actividades pueden ser: de cultura física, como, por ejemplo, alimentarse, hacer ejercicio, practicar un deporte, etcétera; de cultura espiritual, como estudiar, efectuar obras buenas, ejercer las bellas artes o gozar de ellas, etcétera; y, en un plano trascendente, la actividad religiosa en general. Las actividades culturales requieren medios, que a menudo son cosas materiales. Esto es evidente tratándose de la cultura física, para la cual hacen falta alimentos, vestidos, viviendas, útiles deportivos, etcétera. Pero también lo es, frecuentemente, con respecto a la cultura espiritual, por la íntima unión que existe entre el espíritu y el cuerpo humanos; así, esta cultura necesita de libros, instrumentos, materias plásticas, etcétera.

Ahora bien, estos medios materiales exigen del hombre, casi siempre, algún esfuerzo para obtenerlos o elaborarlos. Y este esfuerzo configura otro tipo de actividades: las económicas.

Ocurre, por otra parte, que los hombres no viven aislados unos de otros, sino que son eminentemente sociables, y de ordinario se hallan vinculados entre sí por lazos sociales de distintos tipos. Las actividades culturales y económicas suponen muy frecuentemente relaciones entre hombres, relaciones sociales.

Estas relaciones y las distintas clases de sociedades que los hombres forman necesitan ser ordenadas y reguladas, a fin de que sean pacíficas y redunden en el mayor bien de todas las personas que en ellas intervienen. Tal ordenación y regulación requieren también algunas actividades especiales, que se denominan políticas.

Actividades culturales, económicas y políticas: usando estos tres adjetivos en su significado más amplio, tal como se ha hecho en los párrafos anteriores, se tienen ya caracterizadas y clasificadas, en principio, todas las actividades humanas posibles.

Adviértase que en la práctica es frecuente que las actividades del hombre sean mixtas, es decir, que comprendan elementos de dos de las categorías indicadas, o aun de las tres. Por ejemplo, la instrucción destinada al desempeño de una función económica o de un cargo político.

Economía y técnica 

Dentro de las actividades económicas, en el sentido antes indicado, hay que distinguir el aspecto técnico, o sea cómo actuar sobre las cosas para obtenerlas en la mayor cantidad y en la mejor calidad posibles, aprovechando las propiedades de las mismas cosas.

Fuera de este aspecto queda lo económico en sentido estricto, es decir, Io referente a la actividad humana en cuanto tiene en consideración la relación entre el esfuerzo o sacrificio requeridos para la obtención de una cosa (o sea su costo) y el producto logrado. Por ejemplo, en una explotación agrícola lo técnico comprende lo relativo a la forma de preparar la tierra, la elección de las semillas o plantas, los procedimientos de cultivo y recolección, etc., siempre desde el punto de vista de cómo conseguir la mayor cantidad y la mejor calidad de los productos. Lo estrictamente económico, en cambio, concierne a la comparación entre el costo de las tareas realizadas y de los materiales empleados, y el valor de los productos que se obtengan. En adelante se hará referencia a lo económico en el sentido más restrictivo que se acaba de exponer, es decir, excluyendo el aspecto técnico.

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