La preocupación económica se enfoca en conocer cómo continuará el panorama económico ante las medidas que aplicaron las potencias mediante sus bancos centrales.

Actualmente, la economía mundial está atravesado por un periodo de incertidumbre marcado por una desaceleración del crecimiento en las principales economías, derivado por la puesta en marcha de decisiones que van desde políticas monetarias restrictivas hasta por las tensiones geopolíticas.
Por ello, no es desatinado que una de las preocupaciones globales es que se desate una recesión, sincronizada. En este escenario, el especialista Fernando Boudourian, remarca la importancia del análisis de tendencias económicas para poder accionar al respecto, con nuevas estrategias, si es necesario.
La recesión, el resultado de medidas globales
En los últimos meses, el Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzó una advertencia que alertó a las economías mundiales: el crecimiento mundial será más moderado de lo esperado en 2024 y 2025. Por ello, habrá una presión en la actividad económica.
En Estados Unidos, la economía empieza a evidenciar signos de enfriamiento y la Reserva Federal (Fed) mantuvo una política monetaria restrictiva en búsqueda de controlar la inflación, medida que tuvo sus consecuencias como el aumento del costo de financiamiento y reducción del consumo privado y la inversión empresarial.
En este escenario, el crecimiento del PIB atraviesa un momento de desaceleración, y podría haber una contracción en sectores clave como el manufacturero y la vivienda.
Pero también Europa enfrenta un preocupante panorama al mostrar un crecimiento bajo, afectado por la debilidad de la industria alemana, las tensiones energéticas derivadas de la guerra en Ucrania y un consumo interno lastrado por la inflación persistente. El Banco Central Europeo (BCE) también mantiene tasas de interés elevadas, lo que no colabora con una recuperación económica.

También, los mercados emergentes, ven pausas sus perspectivas ya que no cuentan con el impulso del crecimiento global, La apreciación del dólar y el encarecimiento del crédito complicaron la estabilidad financiera de varias economías en desarrollo.
Entre los factores que pueden impulsar una recesión, de forma sincronizada, se destaca la política monetaria restrictiva, tensiones geopolíticas y la fragilidad en los mercados emergentes, son algunas de ellas.
Ante este escenario, los bancos centrales y los gobiernos deben evaluar con cautela tanto sus estrategias como sus respuestas para evitar una recesión profunda. Desde ajustes en la política monetaria, medidas de estímulo fiscal y una coordinación internacional entre los principales actores globales para evitar un colapso sincronizado.
No obstante, la desaceleración del crecimiento global es un hecho, la magnitud y efecto de una posible recesión depende de cómo evolucionen los factores de riesgo y de las respuestas de los hacedores de política.
La vigilancia de los indicadores económicos, la flexibilidad en las políticas monetarias y fiscales y una mayor cooperación internacional serán fundamentales para minimizar los efectos de una posible recesión sincronizada. En este sentido, la atención de los mercados y los analistas se enfocará en analizar la evolución de la inflación, las decisiones de los bancos centrales y la resiliencia del consumo.
