Los Estados Unidos se beneficiaron, como los países del continente europeo, de la técnica inglesa. Una de las primeras experiencias de industrialización fue realizada por un inmigrante inglés, Samuel Slater, quien fabricó en 1789, a partir del modelo de Arkwright la primera máquina de hilar algodón. Construyó una fábrica importante en Pawtucket en la isla de Rhodes en 1790. Esta fábrica empleaba energía hidráulica. En la difusión general de la máquina de vapor no tendrías logar antes dos años 1850-1560.
El primer telar mecánico fue fabricado por un comerciante de Boston, Varandas Calea Lowell que había realizado un viaje de estudios por Inglaterra en 1810-1812.Ca fábrica de hilado y tisafe en Waltham, en 1814. Era Ia primera ver que integran el “sistema de Waltham” prefiguraba el proceso de concentración de la industria heredadas de la técnica inglesa, acelerando su funcionamiento. Thorp, Samuel Bhatchet der y William Mason se hallan entre los más conocidos. Pero el espíritu inventor no se limitó a la industria textil: Oliver Evans inventó una máquina de vapor de alta presión. Fulton, Rumsay y Fitch construyeron los primeros barcos a vapor, y John Stevens la locomotora. En 1830, Geissenhainer conseguía obtener hierro a partir del coque y en 1851, William Kelly inventó el mismo procedimiento de des carbonización del hierro que Bessemer, pero independientemente de él. En 1846, Elias Howe inventó la máquina de coser y Morse construyó el telégrafo magnético que revolucionó los medios de comunicación. Como en Inglaterra, estos inventos fueron explotados por empresarios con un gran talento innovador que supieron fundar las primeras grandes empresas. Pero más que describir un proceso que ya hemos estudiado en el caso europeo, vamos a señalar las características propias de la industrialización americana. La contribución de los inventores americanos fue orientada por las necesidades particulares de la economía de Estados Unidos No nos sorprende volver a encontrar aquí la influencia dominante del medio sobre el proceso de invención.
Desde 1800, el ministro de Hacienda del gobierno federal valoraba la producción industrial anual en 120 millones de dólares. Atribuía este primer éxito a “la ausencia de estos sistemas restrictivos y monopolísticos que deforman el estado de la sociedad en otros países… La industria es, desde todos los puntos de vista, perfectamente libre; todas las actividades están abiertas a todos sin que sea necesario un aprendizaje, el ser admitido, u obtener una licencia “.1° En este contexto de completa libertad de empresa la iniciativa privada no encontraba ninguna traba. Gran Bretaña sacó también las mayores ventajas de la libertad de empresa, pero, contrariamente a los Estados Unidos, disponía de una abundante mano de obra procedente del sector agrícola. Éste no fue el caso de los Estados Unidos, donde el avance hacia el Oeste abría constantemente nuevos mercados a la agricultura. El espectacular aumento de la población amplió los mercados interiores favoreciendo la expansión de la industria y el comercio. Sin embargo, esta presión demográfica no impidió la penuria de mano de obra durante las primeras décadas del desarrollo industrial. Esta relativa escasez del factor trabajo orientó el progreso técnico de los Estados Unidos hacia la construcción de máquinas y hacia la búsqueda de procedimientos de fabricación que ahorran trabajo. Esto aceleró el proceso de acumulación del capital y permitió a la economía americana escapar antes del régimen de dependencia en la que se encontraba con respecto a Inglaterra La producción en serie, tipificada; ésta es la herencia de los inventos e innovaciones americanos.
La idea de la división del trabajo en un proceso continuo de fabricación fue en Filadelfia. El mismo inventor escribía que su finalidad era la de reducir la mano de que acciona las ruedas de molino para efectuar todas las operaciones que hasta entonces se realizaban a mano…”.” A este fin, Evans construyó un sistema de cadenas con cangilones para transportar el trigo de una máquina a otra y de un piso a otro. Oliver Evans supo manifestar otros aspectos de su talento de inventor y a menudo se le ha llamado el James Watt americano. Construyó una máquina de vapor de alta compresión, un “automóvil” a vapor, un barco a vapor y perfeccionó repetidas veces el equipo empleado en la industria textil. Sin embargo, su contribución más importante fue la idea del trabajo en cadena que implicaba una programación de la producción en todas sus etapas. Pero hacían falta otros inventos para que esta experiencia de pionero pudiese algún día dar fruto. La técnica de las piezas intercambiables dio el impulso requerido.
En 1792, el Congreso había votado una ley que creaba dos arsenales nacionales y subvencionan las empresas privadas que fabrican armas ligeras para el gobierno. Eli Whitney poseía una fábrica de armas ligeras y había inventado en 1790 la primera máquina desmotadora de algodón. Fue él quien, en 1800, construyó por primera vez en Hamden, Connecticut, armas con piezas estándar e intercambiables. Este invento causó una verdadera revolución técnica: la producción podría acelerarse en un proceso de montaje en cadena, mientras que las reparaciones del objeto fabricado resultaban extraordinariamente simplificadas. Se hacía posible la producción en serie que pronto iba a dar a la economía americana su aspecto característico.
¡El proceso particularmente rápido que condujo a los Estados Unidos de la fase de la fabricación artesanal al trabajo en cadena, fue en gran medida e! resultado de la presión de las necesidades. Después de Evans y Whitney, un tercer fabricante, Simeon North, descubrió en 1808 un sistema de piezas intercambiables en la producción de armas. Su empresa estaba situada en Middletown, Connecticut, pero nunca había estado en contacto con Whitney. Éste había explicado claramente cuáles habían sido sus objetivos: “… para sustituir el talento del artista del que carecemos totalmente en este país, por un trabajo mecánico correcto y eficaz… hace falta una gran variedad de equipo pesado y caro… La construcción de este equipo es imposible sin un volumen importante de capital fijo… Se trata de una operación progresiva que, en ningún caso, sería posible realizar en menos de dos años y que debería proseguirse al menos durante veinte para permitir la amortización del capital”.

Fue en la fabricación de armas, gracias a los pedidos del gobierno, donde pudo desarrollarse durante la primera mitad del siglo xix esta técnica moderna de especialización del trabajo y de concentración de los medios de producción. A partir de 1830, un gran número de operaciones de acabado, que hasta entonces se realizaban a mano, se hicieron automáticas. La precisión cada vez mayor de las máquinas permitía reducir la intervención manual. En 1855, el gobierno inglés compró a los Estados Unidos las máquinas-herramienta necesarias para la instalación de una fábrica de cañones. El método de piezas intercambiables quedaba desde entonces bautizado con el nombre de “sistema americano”. Los productores americanos extendieron su “sistema” a producciones más pacíficas y en especial a relojería, donde las piezas fueron fabricadas por máquinas de precisión que cortaban el metal. En 1810, Jethro Wood aplicó el procedimiento de las piezas intercambiables a los carros. Treinta años más tarde, la segadora de McCormick se construía en cadena, según el mismo principio, multiplicándose los mecanismos de transporte automático durante el montaje. Una vez las segadoras puestas en servicio, la reparación podía quedar rápidamente asegurada gracias a las piezas sueltas que bastaba con pedir a la fábrica. A finales del siglo xix, el sistema de piezas intercambiables era generalmente empleado, tanto en la fabricación de bicicletas como en la de máquinas de escribir. Todo ello marcó profundamente el desarrollo americano e indudablemente lo aceleró. La producción en serie fue posible por la técnica y por los gustos de los consumidores americanos. Esta sociedad, cuya estructura social era más flexible y menos vieja que la europea, se prestaba con mayor facilidad a la absorción de productos idénticos. El aumento de la población, la extensión territorial y el género de vida exigían unas cantidades de productos cada vez más importantes que hacía falta transportar a largas distancias. La diversificación de los productos no fue tan lejos como en Europa, pero por este mismo motivo aumentó la capacidad de producción. Sin embargo, el constante progreso de la técnica permitió finalmente, entre finales del XIX y principios del XX, que se multiplicaran. indefinidamente las variedades-de productos estándar. Alfred Marshall contrapuso la técnica francesa y la técnica americana señalando en primer lugar que ambos países estaban situados “en los bordes opuestos del amplio campo de la industria… Los talentos franceses permitían a la mano y a la vista realizar sutiles distinciones y variaciones infinitas en la forma y el color, y satisfacer de esta manera la imaginación y el gusto artístico a unos precios que en general se encontraban más allá de los medios de la gran masa del pueblo. En el extremo opuesto, los métodos americanos permitían la producción de bienes de equipo y de bienes de consumo en infinitas variedades de modelos estándar”. “Nos queda por examinar cuáles fueron las consecuencias de este tipo de industrialización sobre el crecimiento económico de los Estados Unidos.
