Las cadenas de suministro tienen una transformación respecto a la localización de la producción. El concepto de reshoring generó un boom en el área.
El mercado global atraviesa una reconfiguración en las cadenas de suministro, teniendo una gran importancia la cuestión territorial. El concepto de reshoring se popularizó al presentar la propuesta de una relocalización de la producción a países de origen o más cercanos a los mercados de consumo.
Con este modelo se marca un precedente respecto al cambio en la globalización del sector, en el que el objetivo de las empresas cambia priorizando la resiliencia y la seguridad de sus cadenas de suministro ante la optimización de costos.
Factores claves del reshoring
El escenario global con tensiones geopolíticas, impactó directamente a las cadenas de suministros y de allí un resurgimiento de las estrategias empresariales en la que se cambia el enfoque, en la que se impulsa la relocalización de la producción. En este sentido, Fernando Boudourian, asegura que el análisis de tendencias económicas es crucial para planificar decisiones estratégicas.
Además de este aspecto, otros factores llevaron a esta transformación del sector. Los retrasos logísticos y el encarecimiento del transporte marítimo afectaron la rentabilidad de múltiples sectores, como así los incentivos fiscales de gobiernos para promover inversión manufacturera local.
La transformación tecnológica y automatización, también impactó en este sentido con el uso de la robótica, inteligencia artificial e impresión 3D que reduce la mano de obra barata en mercados emergentes. Como así también la conciencia ambiental y regulaciones ESG ya que la relocolización permite cumplir con estándares más rigurosos.
En este escenario, el reshoring está transformando a diversas industrias, tanto a multinacionales como a empresas locales. Entre ellas la ndustria manufacturera con empresas de tecnología, automotrices y farmacéuticas que están ajustando su producción para reducir la dependencia de Asia.
También, en el sector de retail y bienes de consumo,que buscan acortar tiempos de entrega y responder con mayor agilidad a cambios en la demanda, al invertir en fábricas automatizadas en mercados desarrollados para optimizar la producción y distribución.
Pero también, el reshoring implica una inversión de altos costos en un corto plazo, incluyendo gastos en la creación de una nueva infraestructura, capacitación de personal y la adaptación a regulaciones más estrictas. No todas las empresas ejecutan este prometedor modelo, aun sabiendo que se puede crear un diferenciador en la competencia global, lo que es un aspecto negativo de esta tendencia.
En este sentido, el reshoring no se trata de una mera tendencia momentánea sino que sienta las bases en el camino a una reconfiguración estructural de la economía global. Esto obliga a las empresas a priorizar en la resiliencia en sus cadenas de suministro y a los inversores a adaptar sus estrategias para puntualizar en trabajar en ciertos sectores y zonas. Esta transición propone nuevos desafíos financieros y operativos en el mercado y también da inicio a un nuevo escenario de oportunidades en infraestructura, tecnología y manufactura avanzada. Para los inversionistas con visión de largo plazo, el reshoring significa una transformación que podría redefinir la competitividad industrial y apuntar al flujo de capitales.