La fisionomía de la crisis de 1929 es bien conocida, pero el análisis de las causas es aún objeto de controversias. Hay que recurrir a las explicaciones de tipo estructural y tener en cuenta la evolución que hemos expuesto al comienzo del capítulo.
El crac de la bolsa de Nueva York en octubre de 1929
La crisis de 1929 es esencialmente americana: pone fin, brutalmente, a uno de los booms especulativos más extraordinarios que haya conocido la Bolsa de Nueva York. El índice de las cotizaciones pasa de 100 en 1926 a 216 en septiembre de 1929. No son los dividendos los que atraen a los compradores de las acciones, sino, principalmente, las perspectivas de un aumento de capital. Se entra rápidamente en un proceso acumulativo en el que el alza llama al alza, y la experiencia prueba que es difícil frenar progresivamente esta tendencia. El frenazo toma generalmente una apariencia catastrófica: esto es lo que ocurrió en octubre de 1929.Hasta principios de 1928 el alza de las cotizaciones no es excesiva pozo de 1928 cuando se entra en el boom puramente especulativo. La ley de la oferta y la demanda rige la Bolsa, pero J. K. Galbraith estima que la influencia de algunas grandes empresas fue determinante. Las declaraciones optimistas de hombres de negocios bien escogidos van a inflamar al alza la corriente especulativa. Los grandes jefes de la industria americana, ya se trate de la radio, del automóvil o del acero afirman públicamente su esperanza en el futuro de la actividad económica y por tanto de los beneficios. Tales opiniones no dejan a nadie insensible, sobre todo en el contexto psicológico de los Estados Unidos.
El 12 de junio de 1928 se produce un primer retroceso en la Bolsa: este día 5.052.790 acciones cambian de manos. Se registran disminuciones de 23 enteros. Pero el alza vuelve a continuar a partir del mes de julio y la campaña para las elecciones presidenciales se apoya sobre promesas de prosperidad: los republicanos afirman que la elección del candidato demócrata señalaría “el advenimiento de una depresión en 1929”. En sus Memorias el presidente Hoover ha estigmatizado en estos términos la especulación: “Existen crímenes, escribe, peores que el asesinato por los que los hombres merecerían ser injuriados y castigados”. Se piden créditos a los bancos para comprar títulos de bolsa y ante esta demanda creciente los bancos de Nueva York prestan a muy poco plazo al 12% cuando obtienen préstamos del Federal Reserve al 5%. En la estructura financiera americana el volumen de estos préstamos es un buen índice de la especulación. En tiempo normal el total de estos préstamos a muy corto plazo (call loans) gira entre 1.000 y 1.500 millones de dólares. Éste era su volumen en 1923-1924.A finales de 1927 el total de estos préstamos alcanza los 3.500 millones de dólares; el 1. ° de junio de 1928 los 5.000 millones.

A pesar de su brutalidad, el desastre de la Bolsa de Nueva York llegó por etapas, ya que desde principios de octubre de 1929 se manifestaron signos precursores de la baja. De todos modos, habrá que esperar hasta el jueves 24 de octubre para ver estallar el pánico con una oferta de venta de 12.894.650 acciones y una demanda casi nula. Los precios se hunden. Intervienen los bancos para parar la caída y consiguen restablecer momentáneamente la confianza. Al final del jueves negro, el descenso de las cotizaciones varía entre 12 y 25 enteros.
El lunes 28 de octubre comienza el desastre sin que sea posible frenar la caída de las cotizaciones: se ofrecen en venta 9.250.000 acciones. El índice de las cotizaciones de las acciones industriales publicado por el Times baja 49 enteros. Los banqueros intervienen con buenas palabras, pero no compran más. El martes 29 de octubre es el “día más desastroso” que haya conocido jamás la Bolsa de Nueva York.
La famosa Sociedad Económica de Harvard, que había predicho una recesión desde comienzos de 1929, mostró más optimismo a raíz del crac de octubre. El 2 de noviembre afirma que “la actual recesión de la Bolsa y de los negocios no es un signo precursor de una depresión”. El 10 de noviembre, un nuevo comunicado declara que una “depresión tan seria como la de 1920-1921 parece improbable”. El 21 de diciembre de 1929, la misma sabia entidad estima que “la recuperación tendrá lugar en primavera y se consolidará aún más en todo”; el 1.° de marzo de 1930:“La actividad industrial, si se juzga según las depresiones anteriores, se halla ahora, y de manera definitiva, por el camino de la recuperación”. La sociedad continuó, de esta manera, sin descanso a cometer error tras error hasta el comunicado final del 31 de octubre de 1931: “La estabilización es netamente posible al nivel actual de la depresión”. Tras lo cual, la Sociedad fue disuelta.
